viernes, 13 de julio de 2007

el látigo diario

Tengo que ir a trabajar y no quiero. Me levante media hora después que sonó el despertador. Y la habitación es un desorden inimaginable, parece una laguna en la que flotan cosas. Son las 10 de la mañana y todavía no salí de mi cuarto. Si trabajaría con horarios fijos y tendría un jefe ya me hubiese crucificado en la puerta de la empresa con un cartel colgando del cuello que diga “las ganas de laburar no vienen solas, querido”.
La derrota es eterna, el salario es mínimo. El mínimo es poco para tu economía quebrada y tu corazón ya no da para mas.

1 comentario:

sol. dijo...

si hay un corazón que es independiente a ese tipo de cosas (entre muy pocos otros), es el tuyo.

la próxima te despierto por mensajito, jaja. en serio, eh, así los convertimos en servicio.

y dale, seamos felices. me gustó esa idea.