lunes, 7 de mayo de 2007

La luz comienza a bajar

Es domingo. Permanezco en mi cama reposando hasta que el dolor de cabeza se extinga por completo. No es tan fácil convivir con las secuelas que dejó un sábado tan atípico en el cual hubo muchas opciones divertidas, pero no me importa perderme más de la mitad del día durmiendo, sino que al contrario, lo necesito.
No sé porque, pero siempre tengo que escribir en esta ultima instancia de la semana. Preciso al menos dejar una huella del hueco que significa existir en este día en el que siempre siento que por más que lo intente, no logro hacer nada productivo.
Comienzo cuando la jornada ya se inscribe en la segunda mitad y mi cabeza se adelanta a escribir lo que pasó. Recuerda. Analiza. Compara.
Por ejemplo, algo que sucede siempre que no viajo a ver alguna banda y me quedo en esta ciudad, es que llego a casa entre las 5 y 8 de la mañana, y reposo desprolijo hasta las 4 o 5 de la tarde, que es el horario en donde siempre alguien toca la persiana de mi ventanal que da a la calle y se despierta una voz interior que me obliga a levantarme.
Hoy no fue la excepción, solo que, voy a ser sincero, no tenia ni 10 centímetros de ganas de levantarme rápido, sin comer, y salir otra a vez a la calle. Sentía que iba a ser el doble de inútil, que despertarme y pasar el resto del día en casa. Así fue que mis amigos insistieron solo una vez más y sentí como el ruido del auto se iba sin mi. Y yo me quedaba sin ellos y con una mitad de domingo de opaca existencia.
Ahora, ya el reloj marca la 23:30 y siento lo mismo de todos los domingos. Me empeño en generar algo que pueda considerarse útil para mi y que pocas veces logro.
Miro la estantería que se ubica frente a mi; mis discos, mis libros, todos descansan. Hay un oso de peluche marrón gastado por los años con la cabeza para atrás, como durmiendo. A mi derecha esta la TV, y sobre ella la remera que comencé a pintar el jueves con intenciones de lucirla el sábado y que todavía permanece inconclusa. Mientras tanto, de los parlantes baratos de mi computadora sale la música que me acompaña: Los CLASH tocan sus canciones para mí una vez mas y yo pienso en lo cargado que va a resultar los días que vienen.
Giro mi cabeza y el reloj me anuncia que faltan 2 minutos para las 00:00. La última canción termina.

1 comentario:

Lucia dijo...

sos un solcito manu,

te quiero mucho !
lu.